113.729 € de indemnización: operado de bocio no detectaron un aneurisma muriendo desangrado


El paciente ingresó al hospital para una cirugía destinada a la extirpación de un bocio, pero presentó además un aneurisma en la arteria subclavia que no fue identificado ni en las pruebas preoperatorias ni durante la intervención. Durante la operación, el cirujano confundió este aneurisma con un nódulo tiroideo y procedió a extirparlo, lo que provocó una hemorragia masiva. Esta complicación derivó en un edema cerebral y una encefalopatía anóxica, que llevaron al fallecimiento del paciente tras más de un mes de sufrimiento.
Confusión diagnóstica y errores durante la operación
Las explicaciones iniciales del equipo médico mencionaron que el preoperatorio había sido "deficiente e incompleto", lo que impidió prever las complicaciones que se presentaron durante la cirugía. Además, se señaló que cuando surgió la complicación, hubo una demora significativa en la intervención del equipo de cirugía vascular, ya que la operación fue realizada inicialmente solo por cirujanos torácicos, que no estaban capacitados para manejar la perforación de un aneurisma.
La gravedad del error radica en que un aneurisma es una dilatación anómala de una arteria, y su manipulación quirúrgica sin la debida precaución puede resultar letal. Extirparlo como si se trata de un nódulo tiroideo muestra una clara falla en el diagnóstico y preparación previa, exponiendo al paciente a riesgos evitables que desgraciadamente se materializaron.
La gravísima hemorragia ocasionada con la intervención, dio lugar, sucesivamente, a un edema cerebral y encefalopatía anóxica, lo que provocó finalmente la muerte del paciente y tras padecer una terrible agonía durante más de un mes.
Reconocimiento de la negligencia médica cometida
Pese a que el equipo de cirugía defendió inicialmente la atención brindada, el SAS emitió una resolución final en la que reconoció la existencia de fallos importantes. La Administración admitió que en sus demoledoras conclusiones que "hubo un error en la interpretación de las imágenes obtenidas en las TAC, contribuyendo al fallo que no sembrara dudas diagnósticas en la aparición de una serie de signos en las imágenes del TAC, que eran poco congruentes con el diagnóstico de nódulo tiroideo".
Así, el SAS admite que "debieron pedirse otras pruebas complementarias, como RNM o angiografía, que no se hicieron y hubieran permitido detectar su procedencia vascular y no tiroidea".
Por su parte, el SAS defiende que "la única prevención que se tomó antes de proceder a la exéresis fue puncionarla para ver si sangraba, maniobra dudosa, pues si se punciona un aneurisma se puede producir la rotura del mismo y una hemorragia profusa". "En definitiva, se produjeron varios errores evitables que fueron el origen de las complicaciones que acabaron determinando el fallecimiento del paciente", relatan las conclusiones del SAS.
En las mismas, la Administración sanitaria también señala que existe una "clara relación causal entre la asistencia prestada al paciente y su fallecimiento, que el organismo lamenta profundamente, correspondiendo indemnizar a los reclamantes por el perjuicio alegado".
Este reconocimiento de responsabilidad llevó a la decisión de indemnizar a la viuda por los perjuicios sufridos, indemnizándole en la cuantía de 113.729 euros, conforme a la reclamación presentada por Castillo-Calvín Abogados.


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