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EL SAS indemniza con 113.729 € a la familia de un paciente que murió tras operarse de bocio


Le extirparon un aneurisma creyendo que era un nódulo y le provocaron una hemorragia que provocó su muerte

El propio SAS, admitiendo la reclamación interpuesta por el letrado Castillo-Calvín, indemniza a la viuda del fallecido, reconociendo que se cometieron "sucesivamente" varios errores "evitables", los cuales, determinaron "el fallecimiento del paciente".

En concreto, los hechos se remontan al 29 de septiembre de 2006, cuando el paciente acudió al Servicio de Cirugía Torácica del Hospital Ruiz de Alda de Granada para que se le extirparan un bocio.

Además del bocio, el paciente presentaba un aneurisma "que no fue detectado ni antes de la operación, ni durante la misma por el cirujano que le intervino", el cual, "confundió el aneurisma en la arteria subclavia con un nódulo del tiroides que procedió a extirpar, provocando con ello una gran hemorragia".

La "gravísima hemorragia" ocasionada con la intervención, dio lugar "sucesivamente" a un edema cerebral y encefalopatía anóxica, lo que provocó finalmente "la muerte del paciente el 1 de octubre de 2006 y tras padecer una terrible agonía durante más de un mes".

Según Castillo-Calvín, las explicaciones ofrecidas a la familia en un primer momento para dilucidar el mal resultado de la intervención, se basaron en que el preoperatorio "había sido pobre e incompleta", por lo que "no habían podido prever lo que se encontraron".

Además, agrega, que los médicos explicaron a la familia que cuando surgió la complicación "tuvieron que esperar bastante rato a que acudiera el equipo de cirugía vascular, pues sólo habían participado en la intervención cirujanos torácicos no cualificados para atender la perforación ocasionada".

No obstante, y tras interponer la reclamación frente al SAS, "el servicio de cirugía que intervino al paciente emitió un informe considerando que el fallecido había sido atendido de forma correcta y profesional por este servicio".

Resolución final del SAS

A pesar de ello, las conclusiones de la Resolución final del SAS "son demoledoras", pues la propia Administración "reconoce que hubo un error en la interpretación de las imágenes obtenidas en las TAC, contribuyendo al fallo que no sembrara dudas diagnósticas en la aparición de una serie de signos en las imágenes del TAC, que eran poco congruentes con el diagnóstico de nódulo tiroideo".

Así, el SAS admite que "debieron pedirse otras pruebas complementarias, como RNM o angiografía, que no se hicieron y hubieran permitido detectar su procedencia vascular y no tiroidea".

Por su parte, el SAS defiende que "la única prevención que se tomó antes de proceder a la exéresis fue puncionarla para ver si sangraba, maniobra dudosa, pues si se punciona un aneurisma se puede producir la rotura del mismo y una hemorragia profusa".

"En definitiva, se produjeron varios errores evitables que fueron el origen de las complicaciones que acabaron determinando el fallecimiento del paciente", relatan las conclusiones del SAS.

En las mismas, también señala que existe una "clara relación causal entre la asistencia prestada al paciente y su fallecimiento, que el organismo lamenta profundamente, correspondiendo indemnizar a los reclamantes por el perjuicio alegado".

Por ello, el SAS accede a la reclamación interpuesta por Castillo Calvín, e indemniza a la viuda del fallecido a la cuantía de 113.729 euros.


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